

En la actualidad, las parejas siguen encontrando un punto inviable de continuar juntos en la misma casa, pero se demuestra un comportamiento diferente. Cuando llegan al punto de la separación y se meten en terrenos de gastos, retroceden en la decisión. Las razones son obvias, los gastos son enormes, hay que afrontar abogados y juicios, no hay muchas salidas y al final en muchos casos la pareja tiene que negociar, seguir conviviendo con nuevas reglas, libertades y vidas separadas, pero sin poder salir de esa prisión, que es el matrimonio en la crisis.


Barcelona, Madrid o Sevilla, demuestran con sus números que dejan de aumentar las separaciones, es más, bajan hasta en un 15% y esto es una buena noticia, al menos la crisis trae algo bueno, hay muchos casos en que la situación económica provoca que no se separe la pareja. Esto puede ser bueno, si llegan a acuerdos y situaciones llevaderas, pero también puede ser un desastre hacer convivir a niños pequeños con relaciones violentas y difíciles. Está muy demostrado cuánto sufren los niños en estas situaciones.
En definitiva, aumentan los divorcios de mutuo acuerdo, para no tener que acudir a un pleito, esto quiere decir que se cierran casos sin tener el compromiso serio de procurar el bienestar de toda la familia.
Se incrementa el número de reclamaciones de pensiones, de reducciones y los jueces afinan mucho más en la cuestión gastos.
Hay otro punto a favor de mantener el mismo techo aún con la problemática de peleas, discusiones y malos ratos. La vivienda se ha convertido en un verdadero problema, es un gasto enorme, y una salida ha sido siempre, en estos casos, vender la propiedad y repartir para asumir gastos, pero ahora las casas no se venden, o se malvenden, y esto crea un problema adicional, pues se cierra más aún esa prisión en la que se ven encerradas personas que no quieren convivir, ni compartir gastos, problemas ni ilusiones. De ahí, es verdaderamente difícil salir, y eso sí que es una crisis matrimonial, sobre otra crisis económica.