

España será, junto con Irlanda, el país desarrollado más afectado a largo plazo por la crisis económica, con una caída estimada de su producto interior bruto del 10,6%, debido fundamentalmente a la espectacular destrucción de empleo que hará invertir hasta el flujo de llegada de inmigrantes. Según el estudio, la disminución potencial del crecimiento se repartirá de forma muy desigual entre los estados miembros de la OCDE. Esta es la conclusión principal que se desprende del informe anual sobre la supervisión de las reformas estructurales que llevan a cabo sus países miembros y la repercusión sobre su crecimiento (en esta ocasión versa sobre el impacto de la crisis).
El estudio determina que de los 30 estados de la organización que habían crecido a un ritmo medio de entre un 2-2,25% anual en los siete años anteriores a la crisis, su progresión va a quedar limitada a una cifra cercana al 1,75% a largo plazo, después de la recesión sufrida el pasado año 2009 del 4%.
Señalan como responsables de la disminución potencial de crecimiento: a la elevada tasa de desempleo y al aumento de los costes de capital (debido a la desconfianza generada). El efecto de la masiva pérdida de empleo se traduce en una bajada del PIB en 9,8 puntos en Irlanda y en 8,4 puntos en España. Por otro lado el aumento de los costes de capital se ha producido por el estallido de la burbuja del crédito que ha hecho aumentar la percepción del riesgo para los posibles inversores.
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