

Además, en estos complejos se mezclan servicios de puro consumo junto con recursos para el ocio, tanto de pago como, en menor medida, gratuitos, contribuyendo al establecimiento de unos hábitos de tiempo libre relacionados con las compras.
Es cierto, que en las situaciones de crisis económica, los primeros gastos que se consideran prescindibles son los de ocio. Salimos menos a cenar, de copas o al cine. Viajamos menos, o rebajamos el nivel de nuestras vacaciones. Es lo más lógico, pero a pesar de que nuestra capacidad adquisitiva esté pasando por malos momentos, no deberíamos reducir nuestro disfrute del tiempo libre. Tal vez haya llegado el momento, simplemente, de cambiarlo.
En cualquier ciudad española existen variadas ofertas gratuitas de ocio, cultura y deporte, que se intensifican especialmente con la llegada del verano. Y por cantidades realmente asequibles es posible acceder a interesantes servicios ofrecidos por los ayuntamientos, diputaciones y fundaciones de todo tipo. Los pequeños de la casa, por ejemplo, podrán pasar unas vacaciones divertidas y activas en campamentos públicos, campos de trabajo o campamentos urbanos, disponibles a precios casi simbólicos.
Aprovecha la programación estival de conciertos, ciclos de teatro y demás espectáculos que se celebran en las calles de las ciudades para salir de manera distendida, disfruta de playas, parques y fiestas populares. La idea es mantener en lo posible nuestra vida social, que tanto se resiente en las épocas de crisis, y recuperar un estilo de ocio, no basado únicamente en las compras y el gasto de dinero.