

Así, Strauss-Kahn afirmó que no tiene “ninguna inclinación a este respecto”, ya que según opina, los controles de capital “no son un recurso maldito”. Sin embargo, añadió que el fondo no los recomendaría tampoco como prescripción estándar, ya que por lo general suponen costes y suelen ser poco eficaces.
Estas declaraciones se producen en un momento de incertidumbre para los inversores internacionales, que se plantean si otras economías emergentes seguirán el ejemplo de Brasil, que el mes pasado impuso por sorpresa un gravamen del 2% a las entradas de capital a corto plazo para intentar evitar burbujas, tratando así de evitar las presiones alcistas sobre el precio de su moneda.
Al igual que los políticos brasileños, muchos dirigentes de países con economías emergentes temen que el aumento de las entradas de fondos de inversores extranjeros, que buscan sacar provecho del crecimiento de sus economías, pueda elevar el precio de sus activos a niveles insostenibles formando una nueva burbuja.
El Fondo Monetario Internacional había ya abandonado su diametral oposición a los controles de capital antes incluso de la crisis, pero las declaraciones de su director gerente indican hasta qué punto se puede observar un cambio en el papel de la organización como bastión de la denominada ortodoxia económica liberal.
El director gerente del FMI señaló que tras la experiencia de los últimos años, “no hay motivos para creer que la falta de control sea siempre la mejor opción”. Además, admitió que permitir la apreciación de la divisa (que venía siendo la receta política habitual para limitar las burbujas) tendría una implementación difícil si naciones rivales en el ámbito comercial como China no permitieran asimismo que sus divisas se apreciasen a un mismo ritmo.