Es fácil de responder. Se trata del síndrome que padece un empleado que está quemado con su trabajo. ¿Cuántos hay así, que aguantan lo que les echen encima para no perder su trabajo?
Maslach y Jackson describieron en 1986 este síndrome, considerándolo como la fase avanzada del estrés profesional, que se produce cuando se desequilibran las expectativas en el ámbito profesional y la realidad del trabajo diario, así como cuando se produce una ausencia de reconocimiento del trabajo realizado. Refleja el agotamiento profesional, la despersonalización y la baja realización personal. Es decir, estar quemado con el trabajo y todo lo que lo rodea.
En este sentido, podemos decir que el Burn-Out es un síndrome de agotamiento emocional, mental y físico, por el cual la persona se derrumba a causa del agotamiento psíquico ante la rutina laboral.
Éste síndrome puede acarrear consecuencias graves, como que la persona se vea incapaz de seguir trabajando, o que solo tenga una actitud negativa, por lo que disminuye su rendimiento y su motivación. Esto hace que se produzcan bajas laborales, enfermedades crónicas, fatigas, conflictos o mal ambiente laboral. Son, por tanto, síntomas psicosomáticos, de conducta, emocionales o laborales.
Es muy importante tener en cuenta este síndrome, sobre todo en tiempos de crisis, en los que es fácil caer en el estrés, cansancio o malestar: algunos de los síntomas físicos que más afectan al buen funcionamiento de las empresas. Por ello, es conveniente que las propias organizaciones traten de evitar que sus empleados lleguen a estas situaciones.
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