

Un día puedes llegar a tu puesto de trabajo y te informan que tus peores presagios se han hecho realidad, estás en la calle y eres uno de los más de cuatro millones de personas que forman parte del INEM. Pero, qué se puede hacer en una situación como ésta.
Cuando te despiden o cierra tu empresa se producen inmediatamente unos días de duelo laboral. El profesional optimista lo encara con fortaleza y resolución. Sin embargo, el pesimista lo afronta quejándose continuamente de lo que podía haber sido y no fue. Sólo habla de su antigua empresa y sólo se relaciona con sus antiguos compañeros. Esta actitud es una equivocación ya que el lamento no te ayuda a encontrar un nuevo destino profesional.
Es un momento muy bueno para pensar qué quieres hacer con tu vida. Reflexionar sobre cuáles son los caminos que quieres andar en tu futuro laboral es siempre una buena idea. Puedes dedicarte a hacer aquellos proyectos de los que siempre te quejabas que no podías llevar a cabo porque no tenías tiempo. Ahora nada ni nadie te lo impide.
Tampoco es bueno precipitarse en la elección de un nuevo trabajo. Hay que ser muy reflexivo a la hora de dar este paso. Aunque la competencia es muy grande, también hay que tener en cuenta las propias capacidades y aptitudes. Incluso es bueno reforzar tus conocimientos. De hecho, la demanda de másteres y MBA ha aumentado un 50% en los últimos meses.