

Los consultores de empresas recomiendan a los que se encuentren en esta situación aprenderse y aplicar el significado de una palabra: resilencia. Significa la habilidad para demostrar fortaleza y flexibilidad ante los problemas. No se trata sólo de una capacidad individual y de las corporaciones para recuperarse cuando no vienen bien dadas. El objetivo es aprender, adaptarse y crecer ante la adversidad.
Ser resilente no es fingir y poner buena cara cuando las circunstancias no son las propicias para desarrollarse profesionalmente. No se trata de pensar que el despido o el cierre de la empresa no son el peor de los males. Hay que positivizar la situación. Significa que hay que recorrerse la calle para atrapar nuevos clientes, abrir nuevos mercados haciendo regates a los problemas. Hay que reflexionar sobre la utilidad del puesto de trabajo y si es necesario reinventarlo.
Cada vez son más las empresas que en sus procesos de selección eligen a trabajadores que saben sufrir ante la adversidad e incluso que hayan tenido algún fracaso. Personas que no hayan saboreado siempre el éxito. Estos profesionales saben manejarse en la adversidad y no se dejan llevar por el desánimo a pesar de las presiones del entorno y prefieren la cooperación a la competencia. Ante la crisis no hay que dejarse llevar por el pánico. Los expertos laborales aconsejan tomar distancias de las cosas. Hay que ser positivos, centrarse en las mejores cualidades que se tienen y que te pueden diferenciar del resto y recordar que por muy mal que parezca que están las cosas siempre hay oportunidades de negocio a las que te puedes enganchar.