Reunión del G-20 en Escocia

La reunión de los encargados de la economía del G-20 (ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales) del Grupo de los 20, que tiene lugar desde este viernes hasta el sábado en Saint Andrews (Escocia), tiene la misión de ahondar en las medidas acordadas para afianzar la recuperación económica en la pasada cumbre de Pittsburgh (EEUU).

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enrique gonzalez
jueves, 12 noviembre, 2009
wikimedia comons

De este modo, los participantes en esta cita del deben reunir el consenso necesario para mantener el compromiso adquirido en la cumbre precedente de que ningún país retirará los estímulos fiscales antes de que se haya consolidado la recuperación.

Sin embargo, algunos países como Alemania o el Reino Unido empiezan a reclamar con urgencia medidas para reducir el enorme déficit acumulado con los planes de rescate y de ayuda a la economía y las instituciones financieras, lo que puede suponer un escollo para la consecución del objetivo acordado.

Además, otro tema candente que se tratará será la financiación de la lucha contra el cambio climático. Así, en vísperas de la cumbre de Copenhague, en la que debe concretarse un nuevo tratado que sustituya al Protocolo de Kyoto, los países más ricos deben llegar a un acuerdo sobre cómo ayudar a los más pobres a implementar medidas de reducción de emisiones de gases nocivos sin que esto vaya en menoscabo de su desarrollo económico.

Con todo esto, de esta cumbre en Saint Andrews no se espera que salgan nuevas medidas, sino que se abunde en lo pactado en el encuentro de jefes de Estado y de Gobierno del pasado septiembre en Pittsburgh y avanzar de esta manera en la cimentación de un nuevo orden financiero mundial.

En la cumbre de Pittsburgh se acordó que no había que precipitarse a la hora de retirar los incentivos fiscales y las inyecciones de capital que han sustentado a muchas economías nacionales desde el estallido de la crisis financiera.

Asimismo, se adquirió también el compromiso de dotar de transparencia a los mercados de derivados, exigir un las reservas de capital a los bancos para que sean ellos y no el contribuyente los que asuman los costes de otra crisis, y limitar las exorbitantes primas que cobran los banqueros, difiriéndolas en el tiempo y ligándolas al rendimiento a largo plazo de las entidades en las que desarrollen su actividad.

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