

Del ladrillazo hemos pasado a la crisis del ladrillo. Y ahora todos estamos pagando las consecuencias del exceso de oferta de viviendas y la avaricia en el exceso de demanda.
Los últimos informes coinciden básicamente en que el precio de la vivienda ha caído un 30 por ciento desde que en 2007 alcanzara la cima. Durante el 2008 bajaron un 25 por ciento y en el primer cuatrimestre de este año un cinco por ciento. Viendo las tasaciones de las viviendas se sitúan en precios similares a los que había a finales de 2004 y principios de 2005.
Los pisos de segunda mano son los que más han sufrido la caída de su valor, con un 30 por ciento de media en toda España. Los de obra nueva “sólo” han bajado un 24 por ciento. Por comunidades, Cataluña experimentó el mayor descenso con un 36 por ciento, seguida de la Comunidad de Madrid con un 34 por ciento, la Comunidad Valenciana con un 32 por ciento y el País Vasco con un 31 por ciento. Por detrás, se situaron Canarias y Asturias, ambas con descensos del 25 por ciento, Extremadura con una caída del 23 por ciento y Castilla la Mancha con un 22 por ciento menos.
Otro dato interesante de los diferentes estudios que analizan la situación es la que hace referencia a las agencias inmobiliarias. Aproximadamente han desaparecido cerca de un 80 por ciento de las agencias que se crearon aprovechando el boom inmobiliario. Está claro que la tarta no tenía porciones para tantos. O quizá, sería más correcto afirmar que muchos se han empachado con tanta tarta.